lunes, 26 de marzo de 2012

La ceresita del Pastel




Entre tantas riquezas históricas por mostrar, no podía faltar esta que es la “cereza del pastel” Toda una obra de arte de la arquitectura militar.
El Real Felipe; bautizado así en honor de felipe quinto de Borbòn.
Construida en el año 1747, luego del terremoto del 28 de octubre de 1746, que azotara Lima seguido de un maremoto, que destruyeron todo aquello que encontraron a su paso.

Lima estaba constantemente asediada por los piratas y luego del terremoto las murallas que defendían la costa del Callao, fueron arrasadas por el maremoto, que no dejo piedra sobre piedra.
El Virrey de aquel entonces; Antonio Manso de Velazco conde de “Superunda” decidio entonces, edificar una fortaleza frente al mar para defender a la ciudad de los ataques piratas. Fue así, que encargo la obra al astrónomo Luis Godìn quien diseño y ejecuto los trabajos de la colosal obra.
Edificada en un área de siete hectáreas, un perímetro de 1,580 metros de murallas de cuatro metros de altura, rodeadas por un foso de agua de 16 metros de ancho por 2.5 de profundidad. Esta maravilla de la arquitectura colonial, cuenta con unos terraplenes que impidian a los barcos de aquella época; divisar las instalaciones de la fortaleza.
Dentro de las edificaciones que forman el conjunto militar tenemos; los cinco baluartes: el de la Reina, del Rey, San Josê, San Carlos, San Felipe y el del príncipe. También contaba con 188 cañones de bronce y 124 de fierro.
Es la mas grande edificación en su genero de América y ostenta con orgullo y arrogancia; el no haber conocido la derrota.

Los norteamericanos siempre se ufanan de tener al pentágono como una obra de arquitectura colosal, cosa que no se discute,pero el Real Felipe: tiene muchos mas años de antigüedad y es el pentágono de América Latina y se encuentra en perfecto estado de conservación.
Las fotos que acompaño en este articulo, no dicen casi nada. El estar ahí si que es estremecedor. Aun se puede percibir el olor a pólvora, aun están ahí aquellos que la ocuparon, aun desafiá a la fuerza del mar.
Se pueden escuchar las voces de los soldados y el estruendo de sus 312 cañones.
El viento que viene del mar nos pega en las mejillas y nos transporta al pasado, meciéndonos en el letargo de la historia que nos arrulla y nos hace soñar.
Sin duda alguna es una obra colosal y bien vale la pena conocerla, visitarla y hacerla propia.
Actualmente, las visitas guiadas, dura unas dos horas, pero para conocerla en su totalidad; se necesitarían mas de dos días.
Yo la he visitado unas cuatro veces y aun no salgo de mi asombro.
Perdonen mi retraso en escribir, gracias por su paciencia y mi mas afectuoso saludo todos.






sábado, 10 de marzo de 2012

La Vera Cruz



La Basílica de la Vera Cruz



Era una pequeña capilla edificada en 1535. La primera de la capital del Perú, donde solía orar Francisco Pizarro. El, la mando a edificar para tener un lugar de culto en donde acudir a oír misa en compañía de sus mas cercanos colaboradores.
Esta capilla hoy basílica, esta ubicada en la calle Conde de Superunda que en tiempos coloniales era conocida como Paseo de los Conquistadores; la misma calle que pasa delante de palacio de gobierno a una cuadra de distancia.
En el año 1540 Pizarro se encontraba en disputa con Diego de Almagro, asunto que a su vez tenia sumida a Lima en una guerra civil.
Eran los tiempos de Carlos V y este al ver el lió que se traían ese par, hablo con el Papa Paulo tercero quien a manera de mediar y con el afán de apaciguar los ánimos; envió a Pizarro un pedazo de la cruz en donde fue crucificado Jesús. Esta reliquia es conocida con el nombre de : Lignun Crucis.
Es entonces, que Francisco Pizarro decide formar la Archicofradia de la Vera Cruz de Caballeros del Perú. Esta fue fundada con 24 miembros, todos personajes ilustres de la época. La finalidad de estos miembros, se centraba en la responsabilidad de la custodia de la reliquia y su veneración.
Es entonces que aquella pequeña capilla, pasa a ostentar el rango de basílica, llamándose oficialmente: Basílica De La Vera Cruz. Para la mayoría de entendidos este nombre esta ligado a una edificación de mayores dimensiones y de reconocida importancia.
Guardar semejante reliquia, no es asunto de menor cuantiá, así que el nombre va de acuerdo con la importancia de lo que ahí se custodia y para enriquecer mas su historia e importancia, añadiremos que:
En el siglo xv11 el Papa Urbano 111 envió a la archicofradia, un pedazo de la rama de olivo con la que azotaron a Jesús, conjuntamente con: un fragmento de la túnica y el velo de la Virgen Maria, así como un pedazo de la túnica de San Josè y un hueso de cada uno de los cuatro apóstoles: Pedro, Pablo, Juan y Santiago.

Las reliquias, están guardadas en cajas de oro decoradas con piedras preciosas y en especial el cofre en que fue enviado el pedazo de madero de la cruz. Un cofre de oro cubierto de piedras preciosas, con la siguiente inscripción: Ecce Lignun Crucis In Quo Salus Mundi Pependit.
El tesoro que guarda esta “pequeña basilia” es de un valor incalculable.
Esta historia la aprendí desde muy pequeño ya que mi abuelo era cofrade y por tanto tuve la suerte de apreciar de cerca estas maravillas y a el, le debo mucho de lo que se y conozco. Este Señor fue quien alimento mi espíritu y me inoculo el virus de la pasión que tengo por mi ciudad.
Ahí esta: modesta, humilde, pero grandiosa en historia y cultura. Pequeña como los frascos de las finas esencias, con lo mas exquisito de su fragancia.
Si pudiera gratificarla lo haría así: un pequeño pero fino pendiente luciéndose en el pecho de una bella dama llamada Lima.
Pido disculpas a mis lectores por la exasperaciones de mis expresiones, que tal vez puedan sonar algo cursis, pero no lo puedo evitar, porque sale desde lo mas profundo del alma.
A Lima la he rebautizado con el apelativo de: Ciudad de los ciegos. ¿Porque? Porque es una ciudad cuyos habitantes no son capaces de ver lo que que tienen. ¡Claro! Y mucho menos valorarlo.