Miraflores,
es el distrito de Lima, junto con Barranco, que abriga y guarda entre
sus estrechas y románticas callejuelas; historias entrañables de
romances, curiosidades y mil encantos mas.
Hoy
me siento especialmente contento, por poder contar una historia de
amor que ocurrió hace muchos años y que algunos conocen, pero que
también una gran mayoría ignora.
Allá
por los años sesentas, cuando Miraflores era un lugar de descanso y
solaz. Donde el murmullo de los arboles y la brisa suave del mar,
eran una dulce y tersa caricia que arrullaban los sueños de amor de
mil y una pareja. Ahí, en medio de esa apacible calma: había un
amor de ensueño.
Dos
que se amaban con profunda devoción, que hasta fecha de boda tenían,
pero un día, por cosas que tiene la vida y que solo ella puede
explicar, sucedió lo que nadie parecía esperar.
El
y ella, solían encontrarse en la esquina de las calles Diagonal y
Shell todas las tardes. El siempre la esperaba sentado en una banca
del parque para verla cruzar la calle y luego ir a su encuentro, pero
una de esas tardes: al cruzar ella la calle, fue arrollada por un
auto y su vida se extinguió, frente a la mirada atónita y perpleja
de su gran amor.
Desde
aquel entonces, aquel hombre se convirtió en el eterno fantasma
guardián del alma y el recuerdo de un amor que fue mas allá de la
eternidad.
Nada
ni nadie, logro sacarlo del duro golpe, que lo entrego en manos de
la locura. Una locura, que se convirtió en el mas acogedor de los
refugios.
Hasta
el día de hoy: nunca ha faltado a una cita con su amor. Llueva,
truene o pase lo que pase; todos los días el eterno enamorado: sigue
esperando a que llegue su amor. Sentado en la misma banca aun le
escribe mil cartas de amor.
Mas
de cuarenta años han pasado y el siempre adecuadamente bien vestido,
con finos modales, pero con las vestiduras algo envejecidas, por el
paso del tiempo, sigue esperando.
La
esquina de Diagonal, es su única amiga, su fiel compañera, el mudo
testigo de su dolor y la morada, en donde duermen sus perpetuos
sueños de amor.
Todos
lo llaman: El loco de la calle Diagonal.
Yo
que: jugué, reí, corrí y crecí viéndolo envejecer, con mucho
cariño lo llamo; “El Loquito de la Diagonal “
Qué historia más triste Pluma, me has recordado al protagonista del "Amor en tiempos del cólera" de García Márquez, en la que esperó años y años a su amada hasta que ésta quedó viuda y retomaron su historia de amor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Elena.
ResponderEliminarSi, muy triste pero la diferencia es que: ella no volvera jamas.
Y tambien que el aun sigue en el mismo lugar.
lo veo ahi desde que yo era un niño.
Cosas de la vida.
gracias por tu compañia que siempre es muy grata.
Gracias por contar esta hermosa historia de amor que ocurrió hace tantos años, aunque triste, una bella historia.
ResponderEliminarUn beso.
Es una historia de amor maravillosa.
ResponderEliminarYo tambien la he vivido, tambien sin espernza.
Un beso y salud para que nos cuentes más cosas.
Maria:
ResponderEliminarGracias a ti por tu presencia en este rincon.
La historia es triste, pero es parte de este valle de lagrimas.
Un beso.
Gata:
ResponderEliminarSi,maravillosa. Aquella esquina abriga ese recuerdo y aun esta quien la vivio.
Espero que la tuya no sea igual o almenos; no tan triste.
Un beso y gracias por la visita.
Un beso.
Pluma y Data, si, fue triste.
ResponderEliminarEl tenía 34 años y yo 29, pero ¿sabes una cosa?... Aún le sigo amando.
También fue un accidente
Un beso
Gata:
ResponderEliminarUn millon de disculpas y otro de perdones, por escribir algo que no fue plato de buen gusto para ti.
Y que hermoso es "escuchar" aquelo de;
Aun le sigo amando.
Creo que habras dejado a mas de uno sin palabras, como a mi.
Un beso y perdoname una vez mas.
Un gran beso para que te aliviar un poquito tu pena.
No te tienes que disculpar por nada, solamente que me lo pusiste a mano.
ResponderEliminarAdemás, de esto hace ya muchos años, aunque nunca se supera.
Tu beso me hace mucho bien.
Ahora recibe tu el mío.
¡Ah, y no dejes de escribir estas historias, de ellas siempre se aprende algo.
Otro beso
Yo lo recuerdo mucho a ese señor, yo tendría entre 8 a 10 años, cuando lo veía sentado, siempre bien al terno en la Banca de la Esquina de Diagonal con Schell. La historia me la conto mi Madre, realmente impactante, pero nunca supimos su nombre verdadero. saludos.
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