
Un blog,dedicado a la ciudad de Lima; sus costumbres, tradiciones, historia y todo aquello que forma parte de su tradicion.
domingo, 31 de octubre de 2010
La Huachafería

miércoles, 29 de septiembre de 2010
Amor Limeño
Sentado en la alameda, contemplando tu hermosura, tu garbo y tu lisura. El perfume de tus flores y el secreto de tus grandes amores.
Soy tu confidente y sin duda alguna, tu admirador mas ferviente. Aquel que se oculta bajo la luz de la luna, para robarte todos tus secretos de manera irreverente.
Ladrón incorregible de todas tus memorias. Guardián perpetuo de tus glorias penas y alegrías, de tus mejores días.
Un trovador, perdidamente enamorado y atrapado entre los pliegues perfumados de tu amor.
Un loco soñador que abraza la ilusión, de seguirte amando cada día mas y mas con la fuerza de su loco corazón.
Una rosa y un clavel: es el regalo de tu amante más fiel.
sábado, 18 de septiembre de 2010
Vamos a Jironear...........

Esta expresión, fue muy conocida en la Lima de antaño. Aquella que nace en los mil ochocientos sesentas…….Cuando nace el emblemático Jirón de la Unión. Una arteria que nace con historia y carácter simbólico muy importante.
Luego de lo actuado en materia urbanística en tiempos de la colonia y con los ensayos dados por los gobernantes españoles. Llega la época republicana y con ello nuevas ideas y sugerencias. Unas desechadas y otras descabelladas. Pero, una de ellas fue la elegida y la que hasta ahora nos rige y acompaña.
Fue en el año mil ochocientos sesentidos, que se aprobó una moción presentada por: Mariano Bolognesi Cervantes y Manuel Atanasio Fuentes. El primero, hermano del héroe peruano de la guerra Anglo-chilena; Francisco Bolognesi y el segundo: periodista especialista en sátira política.
Luego de largos debates idas y venidas dimes y diretes. Porque eso es parte de la política de ayer hoy y siempre. Y, quien no comparta la idea: que me lo haga saber. Se firmaba la partida de nacimiento del nuevo sistema de nomenclatura que regiría en adelante y hasta nuestros días.
Luego de haber tenido una Lima pequeñita y con un nombre propio para cada calle. Casi como en un pequeño cofre joyero sutil y forrado en fino cuero. Pasamos a los jirones y avenidas. Como cuando cambiaban las niñas, los lazos y las trenzas, por los moños y las peinetas. Dando a conocer su paso de niña a mujer.
Lima creció, pero aun era pequeña y tenía el encanto de su llanto y el de la suave brisa de su vida sin prisa. La de su primera y última misa, la de su farol y sereno, la de su cochero y arriero. Aquella la de los jazmines y claveles en el pelo, la de la lisura que derrama la “flor de la canela” Y porque no………. la del menudo paso que la lleva por la vereda que se estremece al ritmo de su cadera.
El Jirón de la Unión .-
Siempre existió. Solo que cada una de sus cuadras tenía un nombre. Desde la primera que se llamaba: Puente de Piedra, (del puente a la alameda….) luego venia la Calle de Palacio, el Portal de Escribanos (frente a la Plaza de Armas) Mercaderes, Espaderos, La Merced (iglesia de la Merced) Gurmendi y luego Baquíjano (dos personajes de talla que vivieron en distintas épocas). Boza, por los marqueses de Boza. Luego en la época correspondiente a la independencia del Perú, la Plaza San Martín, en homenaje al “libertador” La siguiente con el numero once, la de Belén por el colegio de monjas del mismo nombre. La última cuadra es en donde terminaba la ciudad y estaba adyacente a la muralla y cuyo nombre era conocido como: Juan Simón.
Estas once calles, existieron desde la fundación de Lima en mil quinientos treinticinco y constituyeron en su conjunto la arteria más importante de la ciudad.
Basándose en esto y tomando como referencia El Jirón de la Unión, se comenzó con la nueva nomenclatura. Es así que:
Todas las calles paralelas al río Rímac, (de este a oeste y viceversa) llevarían el nombre de un departamento del Perú. Siendo el número superior de departamento al de los jirones, se adoptaría un sistema muy peculiar: El Jirón de la Unión, sería el punto de partida y de encuentro de cada jirón. Para mejor saber: el Jirón que corría de este a oeste, con un nombre, partía del Jirón de la Unión y a su vez nacía otro en dirección en la dirección opuesta, Con el nombre de otro departamento.
Es por esta razón: que lleva tan emblemático nombre. Pero el Jirón de la Unión, es mas que eso y ameritará un nuevo articulo para hablar de el mas ampliamente.
Este criterio, también se aplico para la numeración de las cuadras. La cuadra uno, siempre tenia su inicio en el cruce con el Jirón de la Unión. En un sentido y en el otro
En cuanto a los jirones que deberían cruzar “los departamentos” Se estableció que llevarían nombres de provincias. Los mismos que correrían de norte a sur y lo contrario
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sábado, 11 de septiembre de 2010
Historia de las Calles de Lima Antigua Segunda Parte

Lima, no era un enjambre de calles y edificios, ni tenia aires de gran urbe y mucho menos recodos y embrujos callejeros. Era un villorrio, que se abría paso en medio de un maravilloso valle, vigilado por montañas y un extenso desierto. Bañado por un río que hablaba, refrescaba y enverdecía lo que a “su paso dejaba” pero... ¡Eso si! ya tenia, “aromas de mixtura” Olía, a flor de amancaes, Jacaranda, lúcuma y florecillas silvestres hijas del Sr. Rímac, quien con esmerado celo, se encargaba de su cuidado.
En medio de ese pequeño paraíso, comenzaba a erigirse la ciudad que hoy conocemos como Lima. Ahí, en la rivera del río hablador, al abrigo de sus calidas y abrigadoras playas, bajo las sombra de sus árboles, comenzaba a crecer un sueño llamado: “Ciudad de los Reyes “
Porque………Nació con ese nombre. Noble en su estirpe y noble en su cuna, como una reina. Sin soberbia y sin desden, pero sí, con elegancia y altivez.
Para ese entonces, Lima era un asentamiento rural, de terrenos rústicos. Las pocas manzanas conformadas por solares, si bien crecían ordenadamente, formando calles por su cuadriculada ubicación: mantenían un aspecto semejante al ya conocido lejano oeste norteamericano, por las polvaredas que se levantaban, ya que no existían pistas ni veredas Alguna que otra acequia y un mar de polvo eran el panorama inicial en que se desarrollaba la vida de aquel nuevo poblado.
Con el correr de los años y ya en el año 1789, ciento setentiseis años después del empadronamiento ordenado por el virrey Juan de Mendoza y Luna y doscientos cincuenticuatro desde su fundación. El Visitador del Perú, Jorge de Escobedo y Alarcón, ordeno un nuevo empadronamiento, pero con la finalidad de: dividir a la ciudad en cuarteles, zonas y barrios. Con la novedad de ponerle numeración a cada solar. Si bien esta, no presentaba una ascendencia o lo contrario a lo largo de la calle, si pretendía adjudicarle un numero determinado para su identificación.
Se mando confeccionar unos azulejos en fondo amarillo y con letras azules, en el que iba grabado el número. Los mismos que se colocaron en la parte superior de la propiedad.
De la misma manera se procedió con las calles, instalándose en la parte superior de cada esquina; un azulejo con el nombre correspondiente.
Pero aun no existían veredas ni calzadas. Hasta que en el gobierno del Virrey José Fernando de Abascal y Sousa, Marques de la Concordia de 1806 a 1816 se comenzó el empedrado de las calles. Que ya eran de una extensión basta y sobrepasaba las ciento diecisiete manzanas, estipuladas en el acta de fundación.
Nuevas obras, nuevos problemas. Si, fue el dolor de cabeza de los cocheros, que no tenían sus coches hechos para rodar sobre piedras, lo que ocasionó todo un terrible martirio, para estos servidores del transporte y un negocio redondo para los “mecánicos” de la época, que hicieron su agosto con los trabajos de refacción
La Señora Lima, comenzaba a vestirse con sus mejores galas. Se pondría más romántica y más finamente coqueta.
En aquel tiempo. Se hacia imperiosamente necesario: el ordenarse y desarrollar nuevas ideas en beneficio del ciudadano.
Pero……cincuentiseis años mas tarde. Sucedería algo que cambiaria el contexto vial utilizado hasta ese momento en el corazón de la Reina de las Américas. (Perdón por si alguien se incomoda con este nuevo titulo) Soy un eterno enamorado y no me canso de alagar a quien amo………….ella, Lima. Ha sido, es y será mi eterna novia, amante y confidente.
En 1862, se comenzó a utilizar un nuevo criterio en la denominación de los nombres de las calles, su extensión y dirección. Algo que continuaremos en la próxima edición.
domingo, 29 de agosto de 2010
¿Las Calles Hablan?
Antes de continuar con el tema de la historia de las calles. Quisiera que me permitieran regalarles esta ocurrencia, que me parece podría ayudar a matizar un poco el tema.
Para mi las cosas nunca son rígidas. Siempre tienen un matiz, un encanto y una atracción. Solo hay que tratar de encontrarlas. Para que nos sean más amenas y ligeras en el entendimiento.
Disculpas mil, por saltarme un poquitín del tema central.
¿Las Calles Hablan?
¡Claro que hablan! Respiran, sienten, tienen vida. Emanan olores, tienen aromas y colores. Miran, murmuran, respiran y hasta al oído te susurran.
Son ellas las que te hablan y te cuentan la historia. Una historia, viva, latente, que te atrapa y te cautiva. No es aquella, la paporretera y efímera de la escuela. Que a la salida se queda en las pupilas de la portera y mañana de lejos en el tiempo nos duela.
Caminar, caminar y caminar, por las calles. Conversar con ellas, sentir su aliento y aspirar los aromas del pasado, como una suave brisa, que tiernamente te acaricia. Te cuenta te canta y te encanta, te atrapa como en un “callejón sin salida” abrazándote , con el calido abrazo de un padre, que te acoge en su regazo, para arrullarte y contarte bellas historias, que te hagan caer en un profundo sueño, bajo la celosa mirada del tiempo que acompaña el relato de un mágico cuento.
Callecitas intrincadas, estrechas, de flores perfumadas y de atentas miradas, que vigilan el discurrir de la historia. Una historia que te cuenta de sus penas y de sus glorias.
Esas calles. Testigos perpetuos del ayer, del hoy y de lo que ha de venir.
Son aquellas calles, las que viven, sienten, saben, dicen y cuentan.
Déjame que te cuente……….
domingo, 22 de agosto de 2010
Historia de las calles de Lima antigua

Historia de las Calles de Lima 1
El marques, Francisco Pizarro. Conquistador del Perú. Decidió dejar sus climas serranos de Jauja. Para trasladarse a la costa y fundar la ciudad de Lima, un 18 de enero de 1535.
Para darle forma urbanística a la nueva y definitiva capital del reino del Perú, había que comenzar por: determinar y trazar las calles en donde a su vez, se ubicarían la cede del gobierno, el ayuntamiento, las iglesias y viviendas de los nuevos habitantes de aquel valle bañado por las aguas del río Rímac.
A punta de regla y cordel. Comenzó la tarea del diseño, medida y ejecución del ineludible trabajo callejero de la que fuese la capital más importante del virreinato español.
Plano en mano. Don Francisco, diseño lo que con el tiempo fuera conocido como: El Damero de Pizarro. Nueve calles de norte a sur y trece de este a oeste.
Como todo en la vida toma su tiempo, el proceso duro unos buenos años, hasta que tomara forma de ciudad. Las calles fueron haciéndose poco a poco y las casas edificándose de manera prioritaria en función de la jerarquía de cada parroquiano.
Para edificar y dar forma a los edificios. Se utilizaron ciertos materiales, un poco escasos en nuestros días y que fueron los que le hicieron cobrar vida a la mágica ciudad de los reyes.
Con un poco de imaginación y mucho arte, se diseñaron y edificaron los palacetes, mansiones e iglesias. Con las manos de artesanos y talladores, se lograron el diseño y la construcción de los balcones (únicos en su género en el mundo) Con ingenio, ilusión, gracia y pasión, se le dio forma y color a cada casa. Con colores vivos y alegres. Como para alegrar la vida de cada día y de cada quien. Sin maquinarias, cemento, ni la frialdad de lo practico, moderno y efímero. Pero si con el arte, la creatividad, la imaginación, el amor, las manos y los elementos de la naturaleza misma. Se le dio vida y alma a
Muchas ilusiones y buenos deseos para una nueva vida. El comenzar en un nuevo mundo, requería de mucha entrega y de muchísimas ganas. Había que crear un mundo nuevo. La vida comenzaba en aquellos tiempos en una nueva tierra y la historia empezaba a escribirse con la tinta del tiempo y la pluma de la memoria. Una memoria que se ha ido enriqueciendo y aferrandose a los temibles embates del olvido, que tanto daño hacen y tanto laceran.
Por eso es que Lima es una ciudad con alma. Porque esta hecha con alma, vida y corazón. Con madera, caña, barro y el amor de quienes la construyeron.
Así fueron creciendo las calles, a lo largo y a lo ancho. Pero conforme crecían en extensión, necesitaban un nombre para poder identificarlas.
El ingenio popular y la tradición heredada de la historia, no se hicieron esperar. Tanto así que los parroquianos comenzaron bautizar cada calle de acuerdo a algo o alguien que la caracterizase y así de manera informal y espontánea, hasta que: en 1913 Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaro. Ordenó que se hiciese un empadronamiento y censo, con la finalidad de conocer el número de habitantes que poblaba la ciudad, así como sus ocupaciones, oficios y todo aquello los pudiese diferenciar o identificar ante las autoridades y la sociedad. Con lo que se otorgo, casi un carácter oficial al nombre de cada calle. Solo se le dio legalidad al uso ya existente del sistema.
¡Una tradición heredada de la historia! Sí, sin lugar a dudas. Es una tradición venida desde los tiempos de la ocupación árabe en España. Casi ochocientos años, fueron los que duro la ocupación del imperio musulmán en la península ibérica y de ahí vienen muchas usanzas y costumbres. Tamizadas por la paciencia del tiempo y la fusión de dos culturas. A pesar que solo una fue una la que heredó de la otra., (española) Y esta a su vez y a su manera la transmitió al mundo nuevo.
Resulta que los árabes, acostumbraban a vivir en fortalezas y en especial en terrenos elevados, para poder tener dominio del lugar y para poder defenderse. Estas edificaciones, solían estar diseñadas de manera muy peculiar; eran unos laberintos conformados por callejuelas intrincadas de uso solo peatonal. En estas calles, se entremezclaban los negocios y las viviendas y para ubicar a alguien se solía hacer por medio de un nombre, el mismo que estaba asignado a una calle y que obedecía al oficio que ahí se ofrecía o ejercía, como a la distinción particular de algún ciudadano morador.
¡El que lo hereda, no lo hurta!
Continuará……….
lunes, 2 de agosto de 2010
"El Conde de Superunda"


domingo, 25 de julio de 2010
Limeño Enamorado

Limeño Enamorado
Como no enamorarme de ti. Si en una noche de ensueño, me quede dormido, entre los encajes de tus balcones y las tenues sombras de tus faroles. Arrullado por el suave murmullo de tu amante hablador.
Como no gritar este amor, que lo llevo escondido, en un rincón de mi corazón, que se quedo perdido entre las estrechas calles de mi ilusión.
Lima, amor de mis amores. Capital de los conquistadores, de pregoneros y señores. Cuna de bardos cantores y escritores, que impregnaron tus callejuelas con historias de mil amores.
Lima, que aun conservas tu encanto bajo el implacable velo del tiempo. El aroma y el color de tus geranios, jazmines y pensamientos. Como regalado al viento, el mejor de tus sentimientos. Entre zaguanes y callejones todavía escondes los secretos de grandes amores de tu historia y tradiciones.
Caballeros de fina estampa, morenas de color canela, limeñas de menudo andar. Que aun suelen pasear, por tu puentes, quintas y alamedas. Con el embrujo de un sueño y el encanto de tu único dueño...Perú.
sábado, 24 de julio de 2010
La Tapada
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Curiosamente, entre las tradiciones y la historia del Perú, aparece un personaje muy interesante, rico, peculiar, emblemático y misterioso, del que no se habla, mas que de manera superflua. Sin embargo su presencia y en especial en la ciudad de Lima, tiene una duración, de nada mas ni nada menos que de tres siglos. Dicho esto en buen romance, hablamos de trescientos años, un periodo bastante largo, tanto como para convertirse: en un símbolo y una imagen casi indeleble entre todas las cosas que forman el aroma y el encanto de una Lima virreinal.
Según nos cuenta la historia y las tradiciones de Don Ricardo Palma, este personaje apareció aproximadamente hacia el año 1560 que viene a ser el siglo XVI y perdura hasta el siglo IXX, hasta mediados de 1860. Convirtiéndose en sinónimo de leyenda y arrastrando con ella un sinnúmero de mitos, pasiones, misterios y controversias que ni el mismo clero pudo subyugar, desafiando a la mismísima Santa Inquisición, que por aquellos tiempos era el terror de todos los mortales. Es aquí en donde nace, nuestro gran interés por este personaje, emblemático, entrañable y misterioso, del que vamos a hablar con mucha frescura y desenfado, intentando hacerle un poco de justicia en el tiempo y en el lugar que le corresponde. Nuestras investigaciones, nos han llevado por muchos caminos, llegando hasta las tierras de Andalucía en España, en un trayecto de ida y vuelta que termina en Lima capital del Perú.
Extrañamente, esta misteriosa dama. Solo tiene presencia en Lima y no en otras ciudades que fueron parte de la conquista española en América. Algo que la hace especial y emblemática. Pero sus razones tiene y son las que argumentan su existencia en la capital de las tres veces coronada ciudad de los reyes.
Los españoles llegaron al Perú, con todas sus costumbres y medios para hacerse de una vida llevadera y más acorde con sus hábitos y su cultura.
Muchos piensan que llegaron con sus esposas, hijas, y toda la parentela a cuestas. Pero esto no fue así. Primero fueron solo hombres, quienes arribaron sin más compañía que sus pertrechos y unas cuantas prendas de mal vestir, para enfrentarse a un mundo nuevo y desconocido.
Con el pasar del tiempo y de los años y luego de haber tenido contacto con las mujeres del lugar, en las cuales engendraron hijos, tuvieron romances y con las que se establecieron formando algunas familias, Comenzaron a llegar las mujeres del otro lado del mar. Mujeres que en su mayoría por no decir en su totalidad, eran esclavas moriscas, (moro convertido al cristianismo). Estas mujeres que pertenecían a la generación de los moros que conquistaron y dominaron a España durante ochocientos años y que luego fueron expulsados, en el año 1942, el mismo año del descubrimiento de América.
Estas mujeres venían de tierras andaluzas, pero ya convertidas a la religión católica y con costumbres entremezcladas entre la cultura ibérica y la mora. Es así que sus atuendos y vestimentas, guardaban mucho de sus ancestrales costumbres, pero también mas liberales que en sus comienzos.
Con el devenir de los años también llegaron algunas mujeres españolas, producto de los casamientos y parentescos, que animadas por la novedad de un nuevo mundo, pasaron a formar parte de la pequeña sociedad limeña. Una sociedad de sangres entremezcladas. Que van desde: indígenas, moras, e ibéricas con blancos y entre si, agregando luego la raza negra De ahí que nace aquel dicho popular tan conocido como…… Quien no tiene de inga, tiene de mandinga. Estos dos vocablos se pueden traducir de la siguiente manera: Inga, vocablo quechua que hace referencia a una piedra y mandinga, es un vocablo africano que se refiere al hombre venido de esas tierras.
Con esta pequeña explicación, nos ponemos más en autos para poder descifrar un poco la aparición de nuestro personaje en mención.
Según cuentan las crónicas de la época,
Un buen día de esos, hacen su aparición en el convento de los padres franciscanos, dos damas ataviadas, con un atuendo nunca antes visto en aquellas épocas. Estas misteriosas mujeres, se presentaron en el convento. Ataviadas con los trajes de la época, pero con una peculiar novedad que era: la mantilla o manto, cubriéndoles la mitad del rostro. Su intención no era mas que la de hacer un donativo a los religiosos, destinado a ayudar a los pobres y desvalidos. Este gesto de las dos incógnitas damas provoco la admiración de los sacerdotes, que lejos de presagiar una futura moda, se limitaron a encomiar tal desprendimiento, hecho bajo identidades ocultas para un noble fin. Cosa que luego se hiciera costumbre. Después del chismorreo del populacho, que lo hizo correr como reguero de pólvora a lo largo y ancho de la pequeña ciudad. Luego de este inusitado pasaje que quedara indeleble en las retinas de los feligreses y de la curia en general, se comenzó a dar paso a una nueva etapa en el trajinar femenino de aquella época.
Luego de unos meses, comenzaron a aparecer en la escena cotidiana, otras damas con los mismos atuendos, (o quizás las mismas) que dicho sea de paso; ya habían ganado una imagen de personas caritativas y generosas, aplaudidas por el pueblo y por el clero. Pero ello también dio paso a una nueva técnica de conquista femenina, con sus derivados incluidos.
Este atuendo dio paso a una especie de liberación femenina, en la que muchas mujeres encontraron la manera de conquistar corazones, derretir témpanos, arrancar frases, piropos y suspiros a rabiar. Pero también para averiguar las andanzas de muchos caballeros que a la sombra de un buen nombre, hacían de las suyas, pensando que sus fieles mujeres los esperaban inocentes en sus hogares, sin enterarse de nada. Se convirtieron en el terror de muchas otras mujeres, que tenían que lidiar contra un peligro sin rostro, contra un enemigo desconocido, que inquietaba a los hombres de todos los rincones de la ciudad.
Las Tapadas, también “destapaban” los malos pasos de la parentela como por ejemplo: su padre, su hermano, cuñado, tío y demás miembros del regimiento familiar. Quienes a veces se inspiraban y se lanzaban con todo ante una bella tapada, sin sospechar a quien tenían delante de ellos. Tenían una presencia, casi divina porque podían estar en un lugar viendo, escuchando y juzgando, sin poder ser identificadas.
Con su gracia y garbo al andar, lograron cautivar a toda una ciudad, convirtiéndose en símbolos de una época, que evoca al romance, sin que esta se la principal de sus virtudes.
Su peculiar atuendo sacado una vez mas de la imaginación y creatividad peruanas y también de la galería de atuendos femeninos andaluces. Porque es innegable la influencia hispano morisca y en especial de la región de Andalucía, la que inspirara ha estas mujeres en crear un atuendo, fuera de todo contexto y toda copia.
Menudo pie, la lleva por la vereda que se estremece, al ritmo de su cadera……….Reza la canción de Chabuca Granda, titulada
viernes, 16 de julio de 2010
Callejon de un Solo Caño Segunda Parte

CALLEJÓN DE UN SOLO CAÑO - SEGUNDA PARTE
Como todas las cosas que son propias de este mundo, en el que no se le reconoce merito y relevancia a la mayoría de artistas, lugares y hechos que escriben la historia. Si no hasta cuando ya forman parte de la posteridad y se les otorga el lugar que merecen. El callejón no podía ser la excepción, pues en sus inicios y a lo largo de su existencia, siempre fue visto de manera despectiva, por aquellas clases sociales de mayor rango, que en su superfluo vivir, no alcanzaban a valorar la riqueza cultural que en sus entrañas populares albergaba.
Hoy podemos decir y sabemos que: el callejón constituye, la fuente de nuestra cultura. En aquellos recintos muchas veces sórdidos y plagados de miseria monetaria pero de una gran riqueza espiritual, envuelta en papel fantasía hecho de sentimiento y corazón. Nacen los acordes de una canción, la caricia y la dulzura de nuestros dulces limeños. Las viandas mas exquisitas que hoy deleitan a nuestros paladares.
De nuestra comida, podemos decir: que todo el aporte gastronómico que vino de España, África, china, Oriente medio, Italia, Francia y otros lugares del mundo; en los callejones encontraron la magia de nuestras manos limeñas, que los enriquecieron y lograron hacer de ella un verdadero manjar, por no decir una ambrosia bajada del mismísimo cielo. Esto, sin caer en un chauvinismo barato, si no mas bien, en un justo reconocimiento a quienes nos dieron lo que hoy tenemos.
De los callejones, nacen: los pregoneros, los serenos, los aguateros, los afiladores, turroneros, el chisme, la bronca y el faite. Haciendo hincapié en que fue la cuna sagrada donde naciera nuestro delicioso Turrón de Doña Pepa, endulzador popular de la fe católica, patrimonio culinario de nuestra patria y único en su género.
Sin olvidarnos que, de los callejones nacen las nuevas palabras que enriquecieron el argot popular y callejero que hoy forman parte de nuestro idioma y están dentro de la legalidad, ya que han logrado ser aceptadas por
Como podemos apreciar, el callejón, fue el tamiz por donde pasaron nuestras letras, gastronomía, música, las artes en general y también el crisol, en donde se fundieron todas las razas de nuestra Lima.
A diferencia de nuestros días, en que la pobreza ha devenido en violencia, falta de respeto por la vida y por el prójimo, la gente pobre de aquel entonces, desato su furia y frustraciones de desigualdad social y aposto por: la alegría, la creatividad, la camaradería, la solidaridad entre vecinos y amigos. Si no, pregúntenle a: Doña misia………….Peta, Lola, que eran las que regentaban el callejón, lo administraban y ponían “0rden” Haciendo muchas veces de “padre confesor” Con el lleva y trae de la parroquia. Sin dejar de mencionar que también, fue cuna de famosos delincuentes como: Tatán y
Podríamos decir que, Antiguamente: “Hasta en el delito, existían rasgos de decencia”
Hemos visto en este breve pasar por nuestra historia tradicional limeña, que nuestro pueblo de aquel entonces, mas que una carga social, fue un gran aporte para nuestra cultura y que los callejones de un solo caño: transformaron la miseria y su desventura, en riqueza cultural. Supieron vencer a la amargura con el antídoto de la jarana, la segregación social, con la creatividad, el hambre con la magia de la transformación culinaria de manos morenas, cholas, blancas y de toda inga y mandinga. (Inga, piedra (mandinga, negro de raza)
Todo un verdadero mosaico cultural y multicolor, que adorna el frontis de nuestra gran casa llamada Lima.
jueves, 15 de julio de 2010
El Turronero

Eran las cinco de la tarde de cada día de la semana. Primavera, verano, otoño e invierno.
El turronero no podía faltar. Con su tabla sobre la cabeza, cargada de deliciosos turrones rellenos con miel, calientitos y recién salidos del horno.
Lo vi, hasta fines de los sesentas. Hoy solo forma parte del pasado.