lunes, 23 de enero de 2012

El Contrato

  Parte 9


Que venia acompañada por otra. ¡Buenos días!  Soy su vecina. Me llamo Carlota y ella es mi hermana Mercedes.
Rosalia » Mucho gusto.
Carlota» Disculpe usted, pero hace tiempo que queríamos conocerlos y nunca hemos tenido la oportunidad de hacerlo hasta hoy.
Rosalia» Me halaga con sus palabras Carlota.
Carlota« Sobretodo que estamos maravilladas con la remodelaciòn que le han hecho a la casa...ha quedado preciosa. Pensamos que nunca alguien se atreveria a comprarla.
Rosalia » ¡Si! Y ¿porque?
Carlota » Bueno...Es que...Mientras su hermana la miraba fijamente, como impidiendo que diga lo que quería decir.
Carlota » Lo que sucede es que, lleva tantos años abandonada que pensábamos que nadie se atrevería a comprarla. El estado en que se encontraba, no era precisamente una buena carta de prersentaciòn. 
Rosalia > Bueno aveces pasa, que sin querer a uno se le presenta una oportunidad , como es en nuestro caso.
Ambas se miraron y luego se despidieron diciendo: fue un gusto haberla conocido y si alguna vez, nos volvemos a encontrar, espero que concertemos una cita para tomarnos un te en mi casa.
Rosalia > muy gentil de su parte, gracias y hasta pronto.
Sin duda, que este dialogo encerraba  un misterio elocuente y evidente, que Rosalia no dejo pasar por alto. No, las miradas entre si de las dos hermanas, las palabras entrecortadas y las frases incompletas, anunciaban algo turbio y poco diáfano con respecto a la casa  que habitaban los Arbulú.
Con este encuentro, Rosalia quedaba convencida de que algo andaba mal  
y que ya no se trataba solo de: suposiciones, creencias, malos entendidos y cuanto argumento existe para justificar, lo que no se puede entender de manera simple.
El trastabilleo verbal, de aquellas “buenas” cristianas, había sido suficiente para Rosalia, quien se volvió sobre sus pasos y se adentro nuevamente en la iglesia, para orar y pedir al altísimo, su protección. Tanto para ella como para su familia.
Rosalia, regreso a casa, algo confundida, contrariada y meditabunda, pues tenia que encontrar la manera de conversar, con Mauro sobre el asunto y que este a su vez, no le restara importancia, aduciendo que todo era producto de su imaginación de sus debilidades y creencias femeninas.
Mientras Rosalia, se tomaba su tiempo y elucubraba al detalle todo lo que le iba a decir a Mauro, transcurrieron dos días. Pero...la noche del segundo día, ocurrió algo que cambiaría sus planes  y echaría por tierra, todo argumento, por mas elocuente que este fuese...

2 comentarios:

  1. Huyyyyyy... estas casas con alma, o lo que es peor, con inquilinos invisibles, te atrapan y te resulta casi imposible hiur. Vamos, más o menos como tu relato que me tiene atrapada sin remedio.

    Un abrazo Pluma.

    ResponderEliminar
  2. Helena.
    Gracias por tu fidelidad, veo que eres fiel "hasta la muerte"bueno...
    Pronto terminara el suplicio al que te he sometido.
    Un beso.

    ResponderEliminar